miércoles, 29 de agosto de 2018


Maldad inherente que no deja de expresarse. Perversión que envilece el aire más puro que se pueda respirar. Oscurece el cielo más diáfano, desatando tormentas de dolor. Ponzoña que hiere y ataca sin distinguir entre Dios, el Diablo o sus hijos. Su veneno fluye con pena y sin gloria. Quema todo a su paso. Envenena hasta las entrañas más sucias de una porqueriza abandonada.


sábado, 18 de agosto de 2018


Aunque estés tan cerca no te veo. Te siento entre el murmullo de esa música lejana que me alcanza sin necesidad de apurarse. Te intuyo en tu presencia de lino y cedrón. Suave y mentolada, tu esencia dice presente, me llama, me busca. Nos adoramos. No como a un Dios. Como a nosotros.



miércoles, 15 de agosto de 2018


Una inhóspita rutina que nos alcanza en su frió penetrante. Cuerpo olvidado, conviviendo con la perdición del  abandonó. Edificio de sensaciones traicionadas. Ladrillos sufriendo la orfandad de la intemperie, cemento reseco en su propia desolación y arena ennegrecida por el paso de un tiempo oxidante. Qué es sino una existencia sin abrazos?



Ni siquiera esa lluvia suave y profunda puede borrar tu esencia de lino y cedro. La puerta entreabierta permite oír cada gota que se desliza. Intuir el  placer y la emoción del agua al acariciar tu cuerpo, tus pechos. Te penetra hasta la última célula y te reconoce en tu desnudez. Pero no me preocupa. No podrá impedir que sigas siendo igual a vos misma. Aunque el diluvio te envolviera, no hay marea suficiente en el Universo para lavar la suavidad impermeable de tu dulzura.



lunes, 6 de agosto de 2018


Hoy no soy el que escribe. Es la tinta de la ira que una vez más despierta y se expresa. Los signos se pulsan desde un subsuelo oscuro y cerrado. Escondidas en esa negra y silenciosa humedad, surgen letras desesperadas. Ni siquiera pienso, se dispara sola la angustia y acierta en el blanco que preferiría nunca ver. Un blanco de dolor. Dolor que llora sin pausa, sin camino, sin metas. Lágrimas que no mojan, pero arden. Corroen las entrañas con su ácido mordaz y caliente. Queman. Forman un rió de lava que deja una estela roja y fluye sin pausa. La vieja herida deviene en surco profundo. Ya no extraño, sufro. Sufro de bronca. De bronca y de ausencia.  

Su finalidad es trasladarnos en el Espacio; no hay duda. Sin embargo, con solo ingresar en sus oscuros pero iluminados pasadizos, las antigu...