viernes, 17 de septiembre de 2021

 

Observo el semáforo que cambia para nadie en la neblina de la madrugada y comienzo a intuir las religiones. Agotados después de un duro día, el rojo no detiene ya vehículos y el verde no encuentra peatones a quienes dar paso. El amarillo, tristemente, solo existe para reflejar la llovizna intermitente. La existencia parece detenida y vacía. La soledad baila en las sombras de una acera que refleja la ausencia del todo. Me envuelve una nada semejante a aquella que, tantas veces, asalta sin previo aviso la realidad de nosotros, simples mortales.
Las 4am, sin paseantes ni vehículos con quien dialogar, las luces se suceden sin un fin concreto, mecánicamente.  Asemejan la materia en estado puro y simple; la mecánica del ser, independiente del sentir. Pero los sentidos se resisten a la soledad, al mecanismo rutinario, a lo efímero y finito. Entonces, en nuestra mente, aparece Dios. Repentinamente, el bermellón del semáforo parece ser una señal del Diablo. El intenso verde, quizás, la sublimación del Bien. El suave ocre, nos alerta de un peligro inminente y desconocido o anuncia, en silencio, la fantasía siempre al acecho de una sedienta adrenalina. 

Ya no existe el vacío. La materia cobra sentido independientemente de ella y la imaginación sublimada anuda nuestras gargantas de un temor que juega a las escondidas con la esperanza. Tal vez, no estemos tan solos. Quizás, lo transitorio del existir solo sea un engaño de nuestros sentidos mortales. Que tranquilizador soñar y convencerse que, muy probablemente, aun cuando en algunos años se apaguen todas las luces de nuestro propio semáforo, sigamos encendidos en otro plano metafísico o astral. Gracias Dios por salvarnos de la materia inerte, de luces que se encienden y apagan sin sentido. Que haríamos sin vos. Como podríamos vivir sin poder crearte a imagen y semejanza de nuestras mas profundas necesidades. 

 


Su finalidad es trasladarnos en el Espacio; no hay duda. Sin embargo, con solo ingresar en sus oscuros pero iluminados pasadizos, las antigu...