martes, 21 de febrero de 2023

 Para Claudia (textos de 2018)


1-Gracias mi amor. El texto me hace pensar aquello que mucho no te gusta escuchar (en este caso leer). Se que es una conjetura sin sentido alguno. El caso, es que ese niño todavía sueña haber conocido a una pequeña como vos. Haberse reído juntos, mostrarte la travesura de haber conquistado nuevas figuritas en el colegio o las veredas polvorientas de tu pueblo. Compartir la lectura de algún libro de Iridium o Robin Hood. Encontrarnos en medio de infinitas miradas cómplices y, en definitiva, sentir por primera vez nuestros labios de una manera nunca antes conocida.


 2-Hola Claudia. Este correo tiene el sublime objeto de seducirte. Sé que la escritura, esa sucesión de letras, palabras y emociones acompañadas de puntuaciones, es un hierro ardiente cuando fluye junto a tus emociones. Mi lenguaje es pobre en algunos campos y escenarios de la creación literaria. Tal vez, mi formación, demasiada académica. Quizás, muy evidente mi falta de conexión con las musas que a otros le susurran bellas ideas. Pero. Bueno. Tampoco mi alfabeto carece de toda conexión de ideas en otras aguas tal vez menos claras. En cambio, tu forma de escribir sigue otros flujos, otros canales. Se encuadra mucho mejor con la sensibilidad profunda de emociones y metáforas. Tus sílabas se combinan en otra madeja de sentidos los cuales yo solo puedo mirar de cerca. Y, en algunas ocasiones, rozar y desenredar con mis dedos hechos palabras. Seguramente tendré otros atributos para conmover fibras íntimas anudadas en tu interior. Ellos no pasan obviamente por la sucesión de situaciones pletóricas de sufrimientos que no siempre tendrían que conectarse con tus oídos. Tampoco por las frases tan extensas que aquí escribo desoyendo los consejos de estilo. Pero bueno. Es lo que hay (por ahora, quién te dice.,)



3-Primero pensé que era el frío. Este clima razonable que llegó en este otoño tan extraño. Pero no. Cuando sentí esa sensación tan desagradable me percaté que estaba en una habitación por primera vez calefaccionada esta temporada. La máquina me miraba absorta y parecía reírse de mí. No podía escribir nada en ella. Mis dedos entumecidos no respondían a las órdenes de mi mente. Flotaba en el ambiente una atmósfera extraña y opresiva. Mi pensamiento viajaba entre distintas posibilidades. Pero no encontraba puerto seguro que explicara la deriva. ¿Qué sucedía? ¿Por qué esta incapacidad de expresar por escrito mis sentimientos hacia vos? No podía saberlo. Si creyera en los demonios, hubiera pensado que el diablo metió la cola. Como decía mi abuelo Prudencio en esos años de desesperantes sequías en sus tierras ya de por sí pobres y resecas. Entonces me resigné. Incluso el teclado de la computadora se cansó de mofarse de mí. Intentaba estimularme prendiendo luces en algunas de sus letras. Incluso proponiéndome palabras completas que deslumbraran tu sentir. Pero no. Nada podía permitir que mis extremidades, mis manos, dibujaran siquiera una letra en su pantalla.

 La ansiedad creció y con ella vino la derrota. Lloré, me estremecí y me aterroricé ante la posibilidad de no poder escribir nunca más. Abandoné todo intento. En eso prendiste la televisión. El noticiero trajo una nueva noticia -otra más y van...- acerca del despojo salvaje en nuestro país. No pude contenerme y traté de escribir sobre el tema. Oh sorpresa, pude hacerlo como siempre. Mis dedos dibujaron hábilmente todo tipo de trazos y pensamientos. Quedó redactado un pequeño artículo que deslumbró tu intelecto y te hizo sentir orgullosa de Rafael.  Me emocioné. Intenté nuevamente escribirte. Enamorarte y enamorarme mediante lo que lograra expresar, pero nada. Entumecimiento y ese clima denso y perturbador a mi alrededor. Se me ocurrió una idea. Escribir del triunfo de Boca. Todo bien. Hasta pude contar los goles y alegrías con el mejor detalle. Se hizo evidente. Hoy no puedo escribir sobre el amor

 


4-Volviste. Ahora tenemos que intentar conocernos.

-Bueno, lo cierto es que estamos, amor.

-Estamos. Claro que estamos. Vamos y venimos. Y lo mejor es que siempre seguimos intentando conocernos.

 

 

 5-La inconciencia de las sabanas mientras dormís, o la conciencia que se despliega haciéndole trampa al deseo reprimido. Lo engaña y lo deja salir. Sale a pasear conmigo, con nosotros. Juega y vence resistencias que durante el día ríen triunfales al derrotar a la pasión que asoma. Tímida y vergonzosa, pero traviesa y paciente al fin. Ahora sabe que algunas noches tendrá revancha.  Viajará junto a mí ser por zonas conocidas y, tal vez cada tanto, explorarán alguna tierra nunca arada. Nuestros cuerpos crujen en movimientos, alientos y silencios que se comunican y se anudan. Se trenzan y despliegan en un Nosotros.

 

 6-Es sólo una imagen que engaña, pero en mi inocencia le creo. Me permite verte caminando cuando recién empezabas a conocer que existías. Cuanta tranquilidad trasluce esa plaza. Sosiego y armonía de pueblo chico, vientos de olor a cal. De silencio, pero de cuentos insidiosos. ¿Estarán tus pasos marcados en el dibujo? Tal vez sí.  Pero no los veo. Quiero imaginarlos, lo logro. Sin embargo, busco tu cara y parece esconderse entre diáfanos colores. Sólo veo imitaciones desiguales que transitan rutinarios caminos escolares. Te pienso en paseos, juegos y tristezas. Todo aquello que puede albergar esa manzana de árboles y asientos. Te observo de niña y adolescente. Mirando chicos, pájaros, o hacia la nada. Con expresiones inocentes, esperando un tiempo de todo, de sueños probables e  imposibles. Tal vez sorprendida de ver jugando al verde y el amarillo en una alfombra de otoño. Como me gustaría cambiar la lámina por una foto donde fueras vos la del blanco y planchado delantal. Como me gustaría tomar una tijera, recortar tu silueta y abrazarte. O, mejor aún,  trasladarme en un pase de magia a ese tiempo y espacio. Buscar una pluma certera que me dibuje a distancia y me incluya en tu dimensión. Y rogar que un viento fresco y travieso arremoline infinitas hojas para que no puedas verme. Y  un día, muchos años después, hoy mismo quizá, contarte que te vi hace tanto que parece siempre.

 

 

7- Con cada nueva lectura, te voy conociendo y queriendo más.  

Con cada letra, cada signo y cada silencio que compartimos, se va entrelazando el conocernos con el querernos.

 

 

 

El reverso de Hipócrates

 

Fue al hospital pues no se sentía del todo bien. No parecía muy grave. Pese a sus largos años de existencia, padecía un problema cíclico de desarrollo que de tanto en tanto empeoraba y se expresaba en fuertes dolores.

Ese día la atendieron en la Guardia.  El joven galeno de acento andino se sorprendió que, siendo tan anciana, padeciera un problema de ese tipo. Dudando de los diagnósticos previos que la mujer le trasmitió, le era muy difícil proponer un tratamiento. Sin embargo todos los estudios que escudriñaba coincidían. Era un problema crónico, pero no de extrema gravedad. Tanto así, que pese a ello la paciente había tenido largos períodos de esplendor. Por las dudas prefirió una interconsulta.

Al entrar al cuarto de su jefe se encontró con un sujeto desconocido. Alto, rubio y con ojos de mar. Traje impecable, camisa celeste. Le sorprendió, eso sí, que no tuviera corbata. Siendo la oficina de la autoridad médica del piso, le extrañó que el visitante manejara la situación con una autoridad patente tanto en el diálogo como en lo gestual. El ambiente permitía entrever que era alguien muy importante.

Pidió permiso para interrumpir. Antes de que explicara su caso, el superior le presentó al nuevo gerente general del nosocomio. El hospital había sido comprado por una gran empresa multinacional en diciembre pasado.  El desconocido se presentó de manera muy informal, pidió que lo tuteara, lo llamara por su nombre y nunca por el apellido.  Dijo ser médico cirujano recibido en Harvard y que poco tiempo antes había regresado al país. Fue tan atento que, sin esperar más, le preguntó en que podía ayudarlo.

El médico de guardia relató brevemente el caso de la anciana y sus dolencias.  El nuevo CEO se mostró muy interesado. Al pasar mencionó que nunca había tratado una patología como esa en los quince años que estuvo en el exterior. Que allí no se conocía. Decidió que él y su equipo iban atender el caso.

Un cuarto de hora después de haber sido revisada por el residente de guardia, la mujer recibió la visita del nuevo gerente médico y los otros especialistas. La enviaron a realizarse de manera inmediata cientos de estudios. Algunos, resultarían ser muy cruentos.

Dos horas y más de veinte exámenes pasaron. La internaron. Dijeron que era grave, muy grave.  Comenzaron las transfusiones, las disecciones. Todo mientras la anciana se desangraba bajo la supervisión de los especialistas. El día concluyó con la paciente a punto de entrar en coma. Los médicos, un poco exhaustos luego de esa jornada intensa se plantearon tomar unas vacaciones en el Caribe y retomar el caso en siete días.

Durante ese tiempo, el  joven galeno analizó minuciosamente los estudios.  Para el sexto día ya no lo asaltaba duda alguna: lo único que hubiera necesitado la canosa señora para mejorar era un tratamiento basado en complejos vitamínicos. Informó esto a su jefe inmediato. Éste le dijo que la paciente ya no estaba bajo su jurisdicción. Más aún, le aclaró que no interfiriera de ninguna manera.

Bronceados y con aire juvenil, los Especialistas regresaron de su descanso. Trajeron con ellos un asesor médico internacional, instrumental de última generación adquirido en el país del Norte y un equipo que permitiría informatizar en todos los detalles el tratamiento a seguir con la mujer.

Entraron a la habitación. La anciana estaba relativamente repuesta y su rara belleza intentaba expresarse tímidamente. Esto preocupó mucho a los doctores. No podía aceptarse tal cuadro. No se correspondía con el diagnóstico terminal al que ellos habían llegado con anterioridad. La sedaron, la entubaron y prepararon todo para cirugía mayor. Decidieron comunicar a su familia, la gravedad de la situación.

 

Horas más tarde una multitud se agolpó bajo las ventanas del hospital.  Preocupados y en el mayor de los silencios esperaban el último parte médico. Un cielo plomizo anunciaba una inminente tormenta. Un olor profundo a tierra mojada confirmaba la presunción. Uno de tantos dijo, “por favor diosito mío, que esto no sea un presagio de desgracia para nuestra Madre”. Casi todos coincidieron. Solo un puñado de jóvenes desubicados, los contestatarios de siempre, protestaban y levantaban carteles que el viento amenazaba con destrozar.

 

Asomado al exterior y mediante parlantes,  el Jefe del Equipo anunció que la paciente estaba muy enferma. Sostuvo que tenía un cáncer terminal desde hacía setenta años y nunca se lo habían podido extirpar. Los miedos de millones de sus familiares y la oposición violenta de algunos confundidos lo habían impedido. Pero esta vez se haría sí o sí. Se realizaría Cirugía Mayor o la muerte era segura.

 

                Para disipar los temores y mejorar la onda, la Gerencia contrató una banda de música tropical y decoró el nosocomio y sus alrededores con globos muy coloridos. Por suerte las nubes no descargaron nunca su carga sobre la multitud ansiosa. Bellas chicas, experimentadas en catering  durante las siempre relucientes jornadas de los Abiertos de Polo, repartían eximios canapés y sushi recién preparado. Algunos tuvieron la suerte de recibir porciones de salmón rosado y copas con exquisitos vinos cuyanos. Muchos sintieron un optimismo contagioso. Se produjo una conexión particular entre muchos de ellos y los organizadores del evento.

 

La operación duró unos pocos años. El supuesto tumor resistía pese a la quimioterapia, los rayos y las cirugías repetidas y sanguinarias. Mientras más duraba el tratamiento, peor estaba la anciana. Mientras peor estaba,  más temían sus familiares por ella y por ellos mismos. Rogaban que se hiciera cualquier cosa para salvarla. Aprovechando la situación, más radical tenía que ser la cura, gustaban reiterar y justificar ante todos el Ceo y los medios que seguían paso a paso el acontecimiento.

 

Un día la paciente despertó. Parecía radiante y rejuvenecida. Más joven, bella y sofisticada. Resplandeciente y acomodada a los estándares de moda. Casi todos festejaron. Habían sufrido mucho todo este tiempo. Se habían sacrificado para evitar el mal peor, la muerte de su progenitora y la posterior catástrofe nacional. Como era una situación límite, muchos se resignaron a comer menos para que a ella no le faltara nada. Hasta aceptaron que muchos niños dejaran el colegio y fueran a trabajar para producir más y con ello sostener un tratamiento tan largo y costoso. Ellos mismos se convencieron de cobrar menos salario por su trabajo. Todos, menos los disconformes y subversivos de siempre. Aquellos que, según el equipo de especialistas,  con sus ideas demagógicas y teorías extrañas habían contribuido a ocultar la gravedad de la enfermedad y la necesidad de extirpar de raíz el mal.

 

                El joven médico de la puna seguía muy intrigado. Investigando en secreto encontró que no había cáncer alguno. Sin embargo la anciana había sido vaciada por dentro, desangrada casi hasta morir. Los informes confidenciales hablaban de transfusiones millonarias, trasplantes masivos y cirugías estéticas realizadas por los mejores equipos de especialistas locales e internacionales. Concluyó con facilidad que la aparente mejoría y el rejuvenecer podían ser a la larga fatal para ella, y para todos.

 

Salió esa noche del hospital. Ya habían pasado casi tres años de aquella ocasión en que atendió por vez primera a la viejita en la Guardia. En ese encuentro la había visto dolorida, pero orgullosa de sí. Trasmitía esa paz y sabiduría que sólo pueden trasmitir aquellos que han logrado atravesar los más difíciles caminos resistiendo ataques de todo tipo.

 

Al atravesar el portal la vio por última vez. Alegre y jovial, era cortejada por cientos de personas. Todos ellos de una informalidad fingida que ocultaba su verdadero rostro. Mientras, otros muchos miraban la escena cada día más preocupados. No sabían muy bien qué hacer ni como juntarse para recuperar a su verdadera Madre. Esta mujer transformada, pese a vestirse de los mismos colores, ya no tenía nada de la dignidad de aquella.

 

Lo pensó bien y decidió volver a su pueblo. Allí lo necesitaban verdaderamente. Allí podría cumplir con aquel juramento hipocrático que había pronunciado orgulloso y convencido el día de su graduación. Para tomar esta difícil decisión se había producido un hecho clave la jornada anterior. El anuncio que realizó por cadena nacional la Gerente de Relaciones Públicas. Esa mujer voluminosa, con el pelo teñido de rubio, soberbia y siempre acusadora, había dicho en relación a los resultados del tratamiento: “Ahora sí que se ha salvado a la República”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Escribimos. Para expresarnos, encontrarnos, perdernos, desahogarnos. Para dibujar un sentido a la existencia; para tratar de entender, entendernos. Tejemos palabras, frases, ideas. Las anudamos como podemos. Con puntos, comas, pausas, preguntar y afirmaciones. En el intento, nos pinchamos y lastimamos con la aguja y-o sentimos el placer de poder darle una forma a nuestro pensar, a nuestro existir. Dibujamos-imaginamos, metáforas que embellecen el mundo. Creamos imágenes poéticas que nos permiten transformar el mundo en algo mucho menos hostil. Escribimos, vivimos, existimos en una lucha continua de sobrevivencia. 

 

Argentina campeona: un festejo histórico, salvo para el anti populismo de siempre


¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!

En este artículo, el docente de historia Rafael Bitrán narra sus percepciones y emociones sobre la celebración de la Scaloneta, Messi y compañía.

Festejos en el obelisco. Créditos: https://www.diarioconvos.com/
Festejos en el obelisco. Créditos: https://www.diarioconvos.com/

Mal que me pese reconocerlo, no pude evitar reír con algunos de los videos que recibí estos días en grupos de WhatsApp. Compatriotas trepando por todos lados y a todo lo que fuera posible,  con tal de ver a sus ídolos. Argentinos y argentinas diciendo y haciendo las cosas más inconcebibles bajo los efectos del calor, la emoción desbordada y, en algunos casos, el exceso de alcohol. Caídas estrepitosas, que ni los mejores dobles de riesgo podrían imitar; fracturas múltiples, puentes que sirvieron de trampolín para rozar a los “héroes” o, peor aún, para – cómo escribieron en miles de memes- “juntarse con el Diego”.

La verdad, cómo no reír y, a la vez, entristecerse y preocuparse con tales imágenes. Esa risa espontánea y maliciosa que no pude frenar, es triste, egoísta y fundamentalmente ignorante. No solo porque no se detiene en el dolor físico de seres humanos concretos, que sufren esas caídas y, en muchos casos, las terribles de casi todos los días. Sino, principalmente, porque se “olvida” del contexto clasista y discriminador de una gran mayoría de los videos e imágenes que se enviaron y reenviaron por todo el país.

La mamá de Rama, el joven que se tiró del puente para saludar a los jugadores y terminó internado. La respuesta desde otra cuenta de Twitter.

Su compilación puede, perfectamente, armar una película completa donde los y las argentinas podemos ser la reencarnación perfecta de los “monos”, “indios”, “salvajes”, en definitiva: los bárbaros. De hecho, en no pocos casos, los memes venían acompañados de reflexiones moralistas y “civilizadoras” de ese tipo. Personas rasgándose las vestiduras y renegando implícitamente haber nacido en esta tierra. En muchos casos, no casualmente, provenían de conspicuos puteadores seriales de la “argentinidad” y chupamedias enamorados de la cultura del Primer Mundo y las políticas liberales.

Fueron y son muchas y muchos los que aprovecharon estos episodios de desborde popular para insinuar una denuncia “anti-populista” (por ponerle un nombre simplista). No importa qué porcentaje de los millones de movilizados y movilizadas represente; no importa. Lo que les interesa es la finalidad última de su falacia ideológica/política.

No obstante, más me preocupa que esa idea esté instalada en el “sentido común” de muchos de nosotros y nosotras. Aun no pensando igual que los “armadores profesionales de campañas”, muchos y muchas no dejamos de reírnos y, en distintas ocasiones, afirmar -sin un fundamento serio que no sea una generalización superficial- lo salvaje de nuestra identidad. Tal vez, la risa no sea solo ignorante e ingenua. Tal vez, encubra otras cosas que no nos guste admitir de nosotras y nosotros mismos. No en vano, vivimos y reproducimos una sociedad de clases. La risa desubicada podrá seguir fluyendo. Pero, al menos, que no esconda el fondo de la cuestión.


https://agencia.unq.edu.ar/?p=9778

(Artículo publicado sobre los festejos de Argentina Campeón Mundial 2022)

"Todos somos Aimar...", es "tendencia" en las redes. Y sí. Hasta tal limite se va destruyendo nuestra existencia. Y, cuidado, no porque la pasión relacionada con el futbol sea algo menor e intelectualmente desechable. No. Para nada. Nunca me animaría a realizar una afirmación tan alienada de la realidad. Amo este deporte y la pasión que alienta.

Pero estos niveles de exitismo/derrotismo, vida/muerte, triunfo/derrota son, cada vez más, otra cosa. Cobran una dimensión, día a día, mas patológica, mas  preocupante. Preocupa, por lo que expresa de vacío existencial. Preocupa por que, casualmente, coincide con la dinámica de un mercado que devora a su propio consumidor a través de la ansiedad y la angustia acumulada.
El pobre Pablo Aimar casi se "infarta" después del primer gol argentino. ¿Qué hay detrás de esa genuina descarga de angustia; qué, en el fondo de esa situación?
Al mercado no le importa demasiado. Al contrario, su imagen casi desfalleciente
--entre la alegría y la descompresión exaltada- sirve para seguir vendiendo un modelo de consumidor de sensaciones . Podemos, si queremos, hacer oídos sordos y seguir caminando sobre la cornisa. Pero no nos engañemos. El triunfo y la derrota, cada vez se van pareciendo más en esta concepción ultra mercantilista del futbol.
Del futbol en noviembre. Del mundial en Qatar. Ojalá, muchos menos seamos Pablo Aimar. No solo por él, justamente. Sino por un futbol y una sociedad un poco mas sana. Aunque sea, un poco.

 Hermanitas y Dani: espero que hayan empezado bien el año. Uno mas en nuestra existencia y, obviamente, uno menos. No es un comentario pesimista: es la esencia dialéctica de nuestras vidas.

No va ser un año "más". En lo general, entre otras cosas, se elegirá presidente y, si no pasa nada extraño ( lo cual, no hay que descartar que suceda) "LARRATA" cínica e hipócrita será nuestro primer mandatario. Volveremos a sufrir directamente -sin intermediarios y cortapisas- la nefasta política del peor liberalismo. Al menos, la entrada en la aduana podrá volver a colgar un cartelito que diga, como entre 2015 y 2019, "Argentina: un país atendido por sus propios dueños". Lastima que, a diferencia de los emprendimientos gastronómicos, eso será causa de que se coma menos y peor ( por lo menos, para las mayorías).
Si sucede el "milagro" de una estabilidad económica real o superficial, es triste pensar que, tal vez, algunos/as votemos a S.Masa en primera y/o segunda vuelta, como la opción menos peor. Que lindo y patético sería, al mismo tiempo, pensar en esa chance de impedir a los "patrones de estancia" y sus secuaces, volver directa y sin intermediarios al poder del Estado. Y bueno, hablando de dialéctica, esa es la que nos ofrece el Peronismo en casi toda su historia.
No es para deprimirse. Es posible, y así lo espero, que cada uno de nosotros/as, igualmente tengamos un año aceptable o, incluso, mejor todavía. Al menos, nuestra hermanita del hemisferio norte no dependerá directamente de esa variable política. Además, ser de esta hermosa clase media urbana profesional/intelectual, al menos por ahora, nos ofrece ciertos privilegios
Ojalá mami siga estando muy bien y podamos seguir acompañándola como siempre. Ojalá, algunas de las ideas/deseos que tengan, puedan concretarlos total o parcialmente. Ojalá, los momentos malos/feos, ocupen el menor tiempo y espacio en los días de cada uno/a. Tantos ojalás podría pensar y decir....
Creo que ya escribí suficiente para paliar mi aburrimiento y compartir algo con ustedes en este primer día del año. Muchos besos.

(Escrito el 01/01/2023)

Cielo abierto. El sonido invisible de los colectivos nocturnos. Y tus caricias. Tus caricias. Sensaciones que me invaden en lo mas profundo. Mientras, mi cuerpo. mi mente, se sumergen disimuladamente en el no espacio/no tiempo de los sueños que están al llegar. Besos

Por momentos, solo en vos la vida detiene su marcha incesante y demoledora. Solo en nosotros, encuentro la paz de la paz. Solo con vos, logro bajar a un mundo de sensaciones pausadas sin prisas ni demoras. 

Su finalidad es trasladarnos en el Espacio; no hay duda. Sin embargo, con solo ingresar en sus oscuros pero iluminados pasadizos, las antigu...