lunes, 31 de octubre de 2022

 Viajo con la vida. Flotando. Inmerso. Arriba, abajo. Dónde y cómo puedo. Por momentos, descanso. Corro. Me alcanza. Sufro, grito. Existo 

 Y....Que enorme es el deseo de poder vivir el engaño de un mundo menos material. Vivir en la esperanza de algún Dios o dioses que me den felicidad, otras vidas, el paraíso o, en el peor de los casos, vivir en el "temor a Él "; sentir una espantosa adrenalina que me aterrorice con el infierno pero que, en definitiva me haga sentir vivo.

Es difícil y complicado aceptar la materialidad, la existencia como único principio y fin. Donde todos y todo, no somos más que una transitoriedad efímera de un devenir histórico de la naturaleza. Planeta y sistema solar incluido. Esté panorama de vacío es más aterrador para el ser humano que la existencia de un más allá incomprensible con premios y/ o castigos incluidos. No en vano, los seres humanos hicimos posible que Dioses y Dios existan.
Se complica encontrar sentido a soportar todas las penas y obstáculos que significar vivir, estando convencidos de todo esto. Sólo aquellos hermosos momentos de sentimientos con otros, permiten respirar en oasis de placer y disfrute. Vivir algo cercano a la espiritualidad tan declamada y ansiada. O engañarnos por momentos con un triunfo deportivo, una aventura de vida exitosa o una nueva figurita que nos permita sentir la completitud del álbum.
Pensar que el propio acto de estas notas, son, quizás, un intento de darle algo de poesía, de brillo, a esta materialidad de aburrimiento (cuando no de angustia y/o explotación) con oasis de placeres efímeros.

Su finalidad es trasladarnos en el Espacio; no hay duda. Sin embargo, con solo ingresar en sus oscuros pero iluminados pasadizos, las antigu...