miércoles, 15 de agosto de 2018


Una inhóspita rutina que nos alcanza en su frió penetrante. Cuerpo olvidado, conviviendo con la perdición del  abandonó. Edificio de sensaciones traicionadas. Ladrillos sufriendo la orfandad de la intemperie, cemento reseco en su propia desolación y arena ennegrecida por el paso de un tiempo oxidante. Qué es sino una existencia sin abrazos?


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