miércoles, 12 de febrero de 2020


Salvo en mi lejana y mítica infancia, nunca quise ser militar. Sin embargo, la existencia por momentos obliga. Hay momentos en que siento ser el general de mi propio desfile de dolor. Absorto, contemplo mis tiempos como si fueran ejércitos de amargura desfilando por una efímera eternidad sin sentido.



No se sucedieron muchos soles, apenas días en el mismo espacio. Y cualquier domingo al anochecer, ya no fue uno más. De pronto no hubo olores, sensaciones ni poesía para compartir. Sólo atendí el teléfono para enterarme que estaba un poco más solo. Mi papá se fue. (2-2-2020)


De existir el paraíso, tendría que saber conjugar todos los olores sensitivos de un domingo que atardece. (12-1-2020)



Tu  maldad es inmanente. Por momento parece haber desaparecido.  Que engaño; engaña. Solo es una pausa enmascarada. Tu rabia aparece sin cau...