miércoles, 22 de mayo de 2019


El pulso de las calles está señalado por la aceleración del tiempo y existencias que sólo sobreviven. La miseria camina y me rodea. Pasa delante mío, sigue de largo, pero queda. Y al quedar, duele, lástima. Los sentidos no logran ser impermeables a la miseria humana.  No podrían serlo. Sólo el cinismo de la meritocracia, puede servir de paraguas protector ante tanta agua pútrida y estancada.


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