El pulso de las calles está señalado por la aceleración del tiempo y
existencias que sólo sobreviven. La miseria camina y me rodea. Pasa delante
mío, sigue de largo, pero queda. Y al quedar, duele, lástima. Los sentidos no
logran ser impermeables a la miseria humana. No podrían serlo. Sólo
el cinismo de la meritocracia, puede servir de paraguas protector ante tanta
agua pútrida y estancada.
miércoles, 22 de mayo de 2019
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