Color naranja de lunes flotando en
sus dos ejes. Impregnado por siempre del olor dulce de tu mirada. Nunca
escapará de tu superficie la suavidad de esas manos que te soñaban cada tarde.
Eras juego. Eras el objeto de la risa
infantil que sufría en el freno de cada rueda; en la esperanza del ansiado
premio: un billete para la golosina, el buscado helado de gaseosa anaranjada o
la crocante delicia salada. Como extraño verlo en tus manos y, no solamente, sobre ese viejo televisor de
todas las mañanas. Ver tus ojos sobre él. Cuando lo sentías y empujabas, sin
que nunca lo supieras, yo viajaba con vos a todos los rincones del afecto
posible. Jugabas, reías y jugabas. Y todo lo hacías conmigo, con papá que siempre
te extraña.
jueves, 25 de octubre de 2018
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