jueves, 25 de octubre de 2018


Color naranja de lunes flotando en sus dos ejes. Impregnado por siempre del olor dulce de tu mirada. Nunca escapará de tu superficie la suavidad de esas manos que te soñaban cada tarde. Eras juego.  Eras el objeto de la risa infantil que sufría en el freno de cada rueda; en la esperanza del ansiado premio: un billete para la golosina, el buscado helado de gaseosa anaranjada o la crocante delicia salada. Como extraño verlo en tus manos y,  no solamente, sobre ese viejo televisor de todas las mañanas. Ver tus ojos sobre él. Cuando lo sentías y empujabas, sin que nunca lo supieras, yo viajaba con vos a todos los rincones del afecto posible. Jugabas, reías y jugabas. Y todo lo hacías conmigo, con papá que siempre te extraña.



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