lunes, 29 de octubre de 2018


Choco-choco-la-la, tus manos sonríen con las mías. Choco-choco-te-te, esperanza de una semana sin fin que se consume en efímera hora y media de amor paterno, de amor de hijo.  Choco-la, intensa conexión con tu mirada, ojos café con leche que son suficientes para pausar y diluir, por un instante, la interminable angustia que me acosa en cada esquina. Choco-te, te veo, te siento y mis fibras se anudan,  entretejen un tejido de emoción manchado por un dolor que desconcierta.
Cho-co-la-te, termina el juego, tu sonrisa comienza a alejarse y el sentirme vivo viaja hacia una nada oscura que me invade,  que se prolonga en ese pasillo donde desapareces por siete días eternos e interminables.


1 comentario:

Su finalidad es trasladarnos en el Espacio; no hay duda. Sin embargo, con solo ingresar en sus oscuros pero iluminados pasadizos, las antigu...