Choco-choco-la-la, tus
manos sonríen con las mías. Choco-choco-te-te,
esperanza de una semana sin fin que se consume en efímera hora y media de amor
paterno, de amor de hijo. Choco-la,
intensa conexión con tu mirada, ojos café con leche que son suficientes para
pausar y diluir, por un instante, la interminable angustia que me acosa en
cada esquina. Choco-te, te veo, te
siento y mis fibras se anudan, entretejen un tejido de emoción manchado
por un dolor que desconcierta.
Cho-co-la-te, termina el juego, tu sonrisa comienza a alejarse y el sentirme vivo viaja hacia una nada oscura que me invade, que se prolonga en ese pasillo donde desapareces por siete días eternos e interminables.
Cho-co-la-te, termina el juego, tu sonrisa comienza a alejarse y el sentirme vivo viaja hacia una nada oscura que me invade, que se prolonga en ese pasillo donde desapareces por siete días eternos e interminables.
Cuanto amor! 💜
ResponderEliminar