Me preguntan y ya no escucho. Mis
pequeños y dulces alumnos. Pagan el costo de tantos años, años y tiempo de
enseñar. Recuerdan a mis tres cachorros. Tan presentes, y por eso más ausentes
que nunca. Ser padre así es una tortura por momentos interminable. Muchas veces
evado ignorando. Cuando ya no puedo, el
sufrimiento es doble. Por no tenerlos y por la culpa de olvidarlos para poder
seguir viviendo. Pero se levanta mi Thiago,
me interroga por su tarea.Pero no es él. Es sólo una fantasía la que
copia sus rasgos. Me permite imitar un
sentimiento de cercanía en mi imaginación.
Que estará haciendo ahora. Y Ulises?
domingo, 8 de julio de 2018
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