martes, 10 de julio de 2018


Hoy la angustia me pide que escriba. Que le dedique letras, palabras y frases desconocidas. Tal vez quiera jugar con ellas y transformarlas. O pensarlas, o buscar un cauce para esa calma que no llega . La verdad, no sé qué escribirle. Siento que me hace trampa y encierra en su oscura esencia. Me incita a buscar expresiones de desahogo y, mientras tanto, me clausura las puertas de la escritura. Puertas siempre difíciles y escurridizas. Que el dolor alienta, pero también obstruye. De duras bisagras por momentos enmohecidas y, en otros, que se deslizan suave y dulcemente. Al menos queda lugar para escribir sobre ella y sus viajes eternos sobre mi cuerpo, sobre mi mente. Angustia que viene, se queda, desaparece y regresa. De recuerdo de hijos presentes, presentes de ausencia. De espera.


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