"De los barcos que llegaron al Río de la Plata, muchos de los
pasajeros árabes pasaron sus primeros días en el país en el Hotel de
Inmigrantes, primera estación en su periplo para convertirse en argentinos. La
siguiente estación, para muchos de ellos, fue el conventillo en Buenos Aires...
". [ de un libro x...]
Abuelo Isac. Recién
"te leí", pero nunca te conocí. Hasta ahora, siempre asocié tu imagen
con esas fotos en blanco y negro donde, como mi padrino, acompañabas mis
lamentos luego del bautismo en manos de un rabino desconocido.
Te fuiste antes de
que logrará tener conciencia clara de nuestro mundo. Durante más de cincuenta
años, en ocasiones, apareciste sin previo aviso en alguna charla/recuerdo
familiar. Ahora, de imprevisto, me pareció "verte". Y, mientras te
"miraba", tratar de imaginarte echado en algún rincón de ese Hotel de
recién llegados con cientos de idiomas y culturas diferentes. En
esos momentos tan especiales, seguramente nunca se te hubiera ocurrido que, un siglo después, algunos rastros de tus semillas te imaginarán en ese extraño lugar y
te escribieran tratando de fantasear con conocerte un poco más.
Tal vez, tu
existencia nunca haya transcurrido por ese paso obligado para los recién
llegados. No importa. En mis fantasías, sí estuviste. En la imaginación que me
asaltó al leer ese párrafo, te vi soñando y luchando con miedos y esperanzas.
Con poder adaptarte a una vida tan distinta. Supongo que lo lograste. Quizás,
por ello, hoy puedo escribirte en esa misma lengua que nunca terminaste de
aprender a leer.
Aunque sólo sea una
forma de engañarme, siento que hoy estuve un poco más "cerca"
tuyo. Valió la pena encontrarme con ese párrafo perdido en un libro
cualquiera.
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