Tal vez es solo la Casualidad. De hecho, ¿Qué otra cosa podría ser, sino? Recién, viendo televisión, con Claudia detuvimos la marcha frenética de nuestro control remoto ( desconsolado frente a la nada misma que debe recorrer ). El motivo: una película Argentina donde aparecía una imagen muy familiar. Sí, justo esta misma noche de domingo previo, una calle y una esquina de Mar de Ajó se despidieron virtualmente de mí.
Se que para ustedes (con muy distintos grados, seguro) el lugar no implica recuerdos significativos. Para mí, en cambio, por lejos, muy lejos, ahí viví las que fueron las mejores vacaciones de mi vida. Además, era, para papi y mami, SU lugar. Un espacio de descanso y, nada menos, que un orgullo para dos hijos de inmigrantes que se criaron con muy poco. La realidad, es que en los últimos años, no pude ni tenía mucho sentido ir a esa Costa tan sentida. Qué se yo..., una etapa ya cerrada. Mañana, el portazo es definitivo. No duele, ni estoy demasiado triste. Pero, fue hermosa la despedida de la Casualidad. Y las teclas del control remoto, agradecidas por la pausa.
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