El Templo permanece intacto. Ni Menem, ni el liberalismo
cipayo de Macri y sus amigos, pudieron derribar sus viejos muros que resisten.
Ni siquiera la Crisis del 2001 o la reciente Pandemia. Estamos. Seguimos
soñando y existiendo en sus pequeños, pero enormes, veintiocho metros
cuadrados.
En 1992, fue sólo un sueño a realizar. A construir. Lugar de
encuentro, de reposo, de música, de lectura y de Amor. Base de contacto con
otras casas, historias de gente que se va de nuestro mundo y otras que quieren
o deben abandonar parte de su pasado. Son treinta años de libros, discos y
revistas que viajan eternamente de mano en mano. Que permanecen en mayor o
menor tiempo en nuestra librería, pero siempre, sin excepción, nos hablan de
sus secretos cuando atraviesan la Roja y Negra puerta que nos recuerda a los
auténticos Libertarios y sus ideas de igualdad frente a la opresión
capitalista.
El Debate, de él hablamos, es un refugio para la soledad. En
ocasiones, para la charla con visitantes ocasionales de existencias muy
diferentes. No obstante, su naturaleza es,
principalmente, la de ser un espacio para la lectura infinita y el diálogo
con cada ejemplar que nos visita misteriosamente.
Por momentos se mimetiza con un Once siempre ruidoso y
comercial. Sin embargo, casi siempre sentimos estar en
una Isla de Paz. El bullicio y trajinar externo parece tan lejano que ni
siquiera es necesario cerrar la puerta para que no logre ingresar. El Debate es
eso: nuestro lugar mágico.
Cumplidas tres décadas de existencia, será hermoso poder seguir viviéndolo.
Asimismo, compartirlo con los miles de libros perdidos que buscan un nuevo
hogar y con los cientos de visitantes ocasionales y permanentes que quieren
adoptarlos.
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