miércoles, 16 de marzo de 2022

 

El Templo permanece intacto. Ni Menem, ni el liberalismo cipayo de Macri y sus amigos, pudieron derribar sus viejos muros que resisten. Ni siquiera la Crisis del 2001 o la reciente Pandemia. Estamos. Seguimos soñando y existiendo en sus pequeños, pero enormes, veintiocho metros cuadrados.

En 1992, fue sólo un sueño a realizar. A construir. Lugar de encuentro, de reposo, de música, de lectura y de Amor. Base de contacto con otras casas, historias de gente que se va de nuestro mundo y otras que quieren o deben abandonar parte de su pasado. Son treinta años de libros, discos y revistas que viajan eternamente de mano en mano. Que permanecen en mayor o menor tiempo en nuestra librería, pero siempre, sin excepción, nos hablan de sus secretos cuando atraviesan la Roja y Negra puerta que nos recuerda a los auténticos Libertarios y sus ideas de igualdad frente a la opresión capitalista.

El Debate, de él hablamos, es un refugio para la soledad. En ocasiones, para la charla con visitantes ocasionales de existencias muy diferentes. No obstante, su naturaleza es, principalmente, la de ser un espacio para la lectura infinita y el diálogo con cada ejemplar que nos visita misteriosamente. 

 Por momentos se mimetiza con un Once siempre ruidoso y comercial. Sin embargo, casi siempre sentimos estar en una Isla de Paz. El bullicio y trajinar externo parece tan lejano que ni siquiera es necesario cerrar la puerta para que no logre ingresar. El Debate es eso: nuestro lugar mágico.

Cumplidas tres décadas de existencia, será hermoso poder seguir viviéndolo. Asimismo, compartirlo con los miles de libros perdidos que buscan un nuevo hogar y con los cientos de visitantes ocasionales y permanentes que quieren adoptarlos. 

 

 

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