sábado, 9 de noviembre de 2019


Atardece. Nuestros cuerpos se doblan, se funden en movimientos de ajedrez nunca aprendidos.  Las miradas, traviesas, se cruzan, se juntan, se desvían. Los labios, no pueden ni quieren ignorarse, se buscan.  El seductor juego del amor, permanece como hace siglos. En su infinita permanencia, le damos nuestra única forma.


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