sábado, 18 de mayo de 2019

La tormenta de la vida apareció  en  sueños con toda su desnudez . Sin máscara, retoque o químicos que la mitigaran. El dolor transitó libre,  falto de ataduras, por las hendijas de mis entrañas. Visitó cada recodo de una  herida a medio suturar. Se paseó por ese corte profundo y expuesto, pese a tantos años de sangrar, sufrir y desesperar. El  grito y el drama estuvieron  presentes en todo su esplendor. Sin que nada, ni nadie, pudiera evitar sus malos olores, su terrible sabor y sus formas caóticas. Desperté y me sorprendí.  ¿Cómo puede la existencia seguir un curso relativamente normal, cuando el flujo interno desemboca siempre en un terrorífico dolor de hijos ausentes? ¿ Cómo puedo escuchar tantas voces infantiles, cuando mis oídos se ahorcan por no poder escuchar los sonidos de mis cachorros?. Los sueños de la noche, pese a lo oscuro del entorno, iluminan la realidad de esa podredumbre. La claridad del día a día,  la oculta en sombras  para poder seguir existiendo.

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