La velocidad del espanto. Así, por momentos, es el sentir del consumismo avasallante. Así, la convivencia con la tecnología que se desarrolla vertiginosamente para hacernos la vida más "simple" y "fácil"; más aislados/comunicados, "dominados" y "amaestrados". Casi no se detiene. Sensación infinita de sobrellevar la existencia en un tren expreso que podría detenerse en un choque fatal. Solo esporádicas pausas en las estaciones-oasis, permiten respirar y sentir un alivio del ser.
martes, 7 de noviembre de 2023
Su finalidad es trasladarnos en el Espacio; no hay duda. Sin embargo, con solo ingresar en sus oscuros pero iluminados pasadizos, las antiguas estaciones del subte porteño nos permiten -por el mismo boleto- viajar en el Tiempo. Vías, tuneles y entorno son tan similares al pasado, que engañan nuestros sentidos y escapan a la modernización forzada de la superficie. Los claroscuros permanentes, la espera cansina y silenciosa de cientos, la ausencia de sonidos y los ruidos de siempre, por momentos parecen trasladarnos a un laberinto atemporal. Solo el ingreso de nuevos vagones a la terminal desierta y mojada, logra interrumpir la engañosa magia nostálgica en este invierno gris y destemplado de hoy, pero de hace 50 años.
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